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La IBERO Puebla recibió al jesuita y escritor José María Rodríguez Olaizola, SJ, para analizar las causas de la creciente crispación social y reflexionar sobre la necesidad de recuperar la calma en un contexto marcado por confrontaciones, discursos polarizados y tensiones globales. En un encuentro con la comunidad universitaria, el especialista presentó su lectura crítica sobre los fenómenos contemporáneos que alimentan la “sociedad furiosa”.
Durante la bienvenida, la dirección del Medio Universitario destacó la relevancia del invitado por su presencia en espacios de comunicación y evangelización digital, así como la profundidad de su obra, que combina análisis sociológico con espiritualidad y reflexión ética.
La presentación continuó señalando que la visita forma parte de una gira nacional que ha recorrido distintas ciudades del país. El acompañamiento institucional destacó el esfuerzo de difusión editorial y académica que permite acercar estas reflexiones al público universitario.
En su ponencia, Rodríguez Olaizola planteó que la crispación social tiene raíces en procesos intensificados en los últimos 15 a 20 años, desde fenómenos políticos polarizantes y la irrupción de las redes sociales hasta el impacto emocional y estructural de la pandemia. Subrayó que el COVID generó miedos colectivos y reacciones desproporcionadas que configuraron un ambiente de tensión permanente.
Para comprender este escenario, propuso un “mosaico social” compuesto por diez miradas que ayudan a identificar los matices y desafíos que enfrentan instituciones como las universidades, especialmente aquellas comprometidas con la formación crítica. Entre los fenómenos analizados destacó el auge del populismo como estilo global de hacer política, donde la generalización sustituye al matiz y se privilegia la confrontación.
El jesuita cuestionó también la narrativa pública que amplifica las posiciones radicales mientras invisibiliza al “gran centro”, integrado por personas que buscan diálogo pero carecen de espacios seguros para expresarse. Explicó que, aunque se exalta la importancia del diálogo, “cotiza a la baja” frente al debate entendido como combate y descalificación.
Señaló que este contexto favorece la expansión de discursos populistas que dividen a la ciudadanía entre “pueblo” y “no pueblo”, generando exclusiones y simplificaciones peligrosas. A esto sumó la dificultad contemporánea para encontrar referentes que inspiren autenticidad, compromiso y profundidad.
Entre los últimos ejes, analizó la cultura de la cancelación como uno de los obstáculos más graves para la convivencia democrática, pues se basa en el rechazo a lo que incomoda y en la sustitución de la razón por la emoción como criterio de verdad. Defendió la necesidad de garantizar libertad de expresión dentro de los límites legales, no desde la susceptibilidad individual.
En su reflexión final, Rodríguez Olaizola invitó a leer críticamente estas dinámicas y asumir la responsabilidad colectiva de reconstruir espacios de encuentro. Su llamado a recuperar la calma resonó con la comunidad universitaria, que encontró en este análisis una herramienta para comprender los desafíos éticos, sociales y políticos del presente.
