La Segunda Comisión de la Comisión Permanente aprobó un dictamen que exhorta a autoridades de salud federal y estatales a promover hábitos de sueño saludables entre la población, especialmente en niñas, niños y adolescentes, ante los efectos negativos que la privación crónica de descanso genera en la salud física, cognitiva y emocional.
Durante la primera reunión ordinaria de esta comisión, presidida por el senador Francisco Javier Ramírez Acuña, se aprobó la propuesta que busca sensibilizar a la población y a la comunidad médica sobre la importancia de dormir adecuadamente, así como las graves consecuencias de no hacerlo, entre ellas enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y problemas de salud mental.
El dictamen establece que las autoridades deben enfocar su atención en la niñez y la adolescencia, grupos especialmente vulnerables a los efectos del mal sueño. En ellos, una rutina deficiente de descanso puede alterar funciones esenciales como la regulación emocional, el aprendizaje, el rendimiento escolar y el sistema inmunológico.
Según los estudios citados en el documento, niñas y niños de entre 6 y 12 años deben dormir al menos nueve horas por noche, mientras que los adolescentes y jóvenes de entre 14 y 25 años necesitan entre siete y nueve. En adultos de 26 a 64 años, el promedio recomendado es de siete a ocho horas.
No obstante, se advierte una tendencia preocupante: cada vez más menores de edad no alcanzan un sueño de calidad debido a factores como el uso excesivo de dispositivos electrónicos, horarios escolares extensos, o actividades extracurriculares que interfieren con su descanso.
La falta de sueño está relacionada con irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento escolar, mayor riesgo de ansiedad y depresión, e incluso alteraciones metabólicas y cardiovasculares. En personas con apnea del sueño no tratada, por ejemplo, se eleva hasta 400% el riesgo de infarto.
Por ello, el Senado propone una estrategia coordinada entre familias, escuelas y centros de salud para fomentar una cultura del sueño saludable que comience en la infancia y continúe durante la vida adulta, con políticas públicas, campañas de información y acciones preventivas.